Filtros de agua: la ciencia al servicio de la salud
Cada vez somos más conscientes de la calidad del agua que consumimos y más exigentes con sus características de composición. Las cuestiones de salud e higiene han pasado a un plano prioritario en nuestras rutinas y prestamos más atención a los agentes contaminantes que podrían afectar a nuestra salud a largo plazo. Frente a estas circunstancias, es habitual recurrir al agua embotellada para hacerse con un producto seguro. Pero esta no es la única alternativa. ¿Has oído hablar del agua filtrada?
La filtración y la purificación de agua se presentan como dos soluciones interesantes para quienes exigen las más altas garantías de salubridad. La ciencia y la tecnología han avanzado de manera notable en todo lo referente a la obtención de un producto libre de partículas sólidas (filtrado) y de sustancias que dependiendo de su nivel de concentración podrían suponer un riesgo para la salud (purificado).
Aunque existen matices entre la filtración y la purificación del agua, estos términos están cada vez más próximos. Hoy en día los objetivos de la ciencia están puestos en la obtención de agua de alta calidad y lista para el consumo aplicando todo tipo de procedimientos, lo que en ocasiones implica combinar diferentes métodos.
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¿Qué tipos de filtros de agua existen?
La eliminación de las partículas contaminantes del agua y la mejora de su calidad se pueden realizar a través de diferentes sistemas y agentes neutralizadores. Los más habituales son:
Carbón activado
Es un sistema de filtración a partir de bloques o granos de carbón con propiedades de absorción aumentadas. Las partículas no deseadas en el agua se adhieren a estos por contacto y el producto resultante queda libre de contaminantes. El carbón activado puede además eliminar el mal olor del agua y los principales químicos que dañan la salud de las personas.
Intercambio iónico
Consiste en el empleo de resinas iónicas en forma de granos esféricos. Dependiendo de las particularidades de cada producto, el filtrado por intercambio iónico puede servir para descalcificar, reducir la salinidad o eliminar los nitratos del agua. Ofrece prestaciones que por sí solos no ofrecen los filtros de carbón activado, por lo que es frecuente la integración de ambos sistemas.
Filtros cerámicos
El chorro de agua atraviesa un conducto recubierto con materiales cerámicos porosos que eliminan microorganismos y partículas en suspensión sin necesidad de recurrir a elementos químicos. No son tan efectivos como los filtros de ósmosis inversa o los de carbón, pero es un método de filtrado tradicional que ha demostrado ser muy duradero.
Luz ultravioleta
La filtración del agua se lleva a cabo mediante pulsos de luz que atacan a las bacterias que puedan estar presentes en el líquido. La desventaja de este sistema es que no sirve para atapar partículas sólidas, por lo que se recomienda su uso combinado con otros tipos de filtros de agua en los que se emplean mallas, membranas o químicos.
Osmosis inversa
El filtrado de agua por osmosis es uno de los sistemas más populares junto a los filtros de carbón activado. De hecho, es habitual que se empleen de forma complementaria. Los filtros osmosis inversa emplean membranas con microporos que, a modo de colador, impiden el paso de los sólidos disueltos en el agua ‘impura’ procedente de la toma. El líquido limpio pasa a un nuevo depósito mientras que las impurezas retenidas se eliminan por el desagüe. Conviene invertir en un equipo de ósmosis inversa de alta calidad para evitar la pérdida de agua durante el proceso.