¿El agua del grifo es una sustancia pura?
La pureza del agua es un concepto que presenta cierta controversia. Por agua pura se entiende una sustancia libre de químicos industriales y con una composición que se limita únicamente al H2O. Sin embargo, los químicos son productos que se emplean en mayor o menor medida para que el agua que se distribuye por la red de suministro alcance unos estándares mínimos de calidad y salubridad.
En base a esto, se puede afirmar que el agua del grifo no es agua pura. No obstante, sus componentes se pueden modificar para que el producto resultante adquiera unas características de pureza muy superiores a las del agua que ha sido químicamente tratada para asegurar el consumo humano.
En tanto que se trata de un recurso limitado, en muchas ocasiones se prioriza el hecho de que el agua pueda llegar a más núcleos de población con garantías de seguridad e higiene que las posibilidades de ofrecer un producto de excelente calidad. Por este motivo, y siempre dentro de unos límites regulados, la legislación permite que el agua del grifo para uso doméstico pueda contener hasta 13 grupos de sustancias químicas diferentes: fungicidas, conservantes, antioxidantes, colorantes, gases, restos de medicamentos, metales pesados, estabilizantes, suavizantes, saborizantes, insecticidas, herbicidas y emulsionantes.
A priori, la presencia de estas sustancias en el agua no debería suponer un riesgo para la salud siempre y cuando esté controlada. Sin embargo, son sustancias químicas que en altos grados de concentración comprometen la pureza del agua y con ello su sabor y su calidad. Muchas de ellas están presentes en el agua de forma natural (fluoruro, hierro, aluminio y sulfatos) o artificial (cloruro, nitritos, cobre o mercurio).